Hace 43 años, el 15 de abril de 1978, en una aldea del municipio de Parramos, Chimaltenango, cansados de las inhumanas condiciones de vida y explotación en las fincas, de la represión y persecución que se daba en las comunidades indígenas y campesinas, de las “agarradas para el cuartel” en los pueblos donde se llevaban a los jóvenes indígenas a la fuerza para integrarlos al ejército, de los bajos precios a nuestros productos y del el racismo y discriminación que se vivía en todos lados; mujeres y hombres indígenas y ladinos o mestizos pobres, prevenientes de El Quiché, la Costa Sur y Chimaltenango, con el corazón cargado de valentía y esperanza, realizaron la Primera Asamblea Nacional y fundaron al Comité de Unidad Campesina -CUC- .
Con el lema Cabeza Clara, Corazón Solidario y Puño Combativo, el surgimiento del CUC significó una nueva forma de organización y lucha para las comunidades indígenas y campesinas lo que hizo posible que, en poco tiempo, nuestra organización creciera y participara en importantes e históricas luchas dejando huella en la historia de organización y lucha del movimiento indígena y campesino de Guatemala.
Por haber recogido las demandas del campo y convertirlas en puño combativo, nuestra organización, sufrió desde los primeros días, una represión criminal con el objetivo de acabar con la rebeldía indígena y campesina. Es así como el 31 de enero de 1980, dirigentes nacionales e integrantes del CUC fueron asesinados en la Masacre de la Embajada de España. El régimen militar pretendía dar una lección para que nadie se atreviera a alzar su voz, pero lo que cosecho, fue la indignación justa y organizada que quince días después estalló en la histórica Huelga de la Costa Sur del año 1980.
A lo largo de los años de nuestra existencia, hemos tenido momentos de auge y de represión, de victorias y de golpes, pero arribar ahora al 43 aniversario nos indica que hemos ido adecuando nuestra estrategia a las condiciones del momento, al mismo tiempo que nos ha guiado el objetivo que establecieron las y los fundadores para nuestra organización: arrancar de raíz la injusticia y el sistema explotador.
En el año 2005, recién firmado el nefasto Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, expresamos que los gobiernos, políticos y empresarios habían sepultado el camino de los Acuerdos de Paz, advertimos que la represión nuevamente se estaba convirtiendo en política de estado, disfrazada de procesos judiciales viciados, campañas de desprestigio, desalojos violentos y criminalización; señalamos que nuestros bosques y montañas, ríos y lagos, nuestras semillas y nuestra madre tierra estaban en peligro y llamamos a elaborar una nueva estrategia que permitiera hacer crecer la resistencia ante la profundización del modelo extractivista minero-energético y de monocultivos. Los hechos de los años posteriores vinieron a confirmar esas previsiones.
Para nuestro 30 aniversario expresamos que todo el Estado guatemalteco está construido para dominar y garantizar el nuevo despojo que está en marcha; subrayamos que de este Estado que nos oprime y exprime, las comunidades indígenas y campesinas no podemos ni debemos esperar nada porque defiende la riqueza que en Guatemala se ha construido sobre los hombros de indígenas y campesinas a lo largo de quinientos años de injusticias, despojos de tierras y trabajo mal pagado. También señalamos que ninguna solución vendría de los funcionarios de gobierno, finqueros, las empresas transnacionales o políticos de derecha porque ellos responden a nuestras demandas con el desprecio, la criminalización de la protesta social, las acusaciones de terrorismo, las campañas y persecución en contra de líderes populares o la utilización de mesas de diálogo como mecanismo para ganar tiempo o desactivar las protestas. Ahora, trece años después, constatamos que esas tendencias se profundizaron.
Para el 2015, junto a otras organizaciones exigimos la depuración de los diputados ya que únicamente legislan a favor de los intereses de unos pocos privilegiados y hacen de su cargo un negocio para enriquecerse y vivir de nuestros recursos. Asimismo, exigimos la depuración del Ministerio Público y de los jueces y magistrados. Reafirmamos que la renuncia de los gobernantes y la depuración del ejecutivo, legislativo y judicial no es suficiente; que se hace necesario convocar una Asamblea Constituyente Plurinacional, Multisectorial y Popular que nos permita dejar atrás la pobreza, exclusión, explotación, racismo y patriarcado que ha caracterizado a Guatemala en los últimos siglos.
Alrededor del 2015 se obtuvieron importantes victorias que llevaron a que por primera vez en su historia los diputados tuvieron que derogar leyes o impedir que entraran en vigencia debido a la presión social y fue posible, además, que el gobierno renunciara y ahora estén procesados judicialmente.
De esas jornadas podemos extraer valiosas lecciones; la primera y más importante es que sí es posible obtener victorias en contra de este sistema que aparenta ser todopoderoso. La segunda es que, si queremos sostener los logros, se debe pasar de la indignación espontánea a la indignación organizada porque quienes nos roban la vida buscarán recuperar lo que perdieron y, la tercera, es que no basta con capturar a algunos políticos, funcionarios y empresarios corruptos, es necesario transformar el sistema desde sus cimientos para poder empezar a construir una alternativa para las mayorías de este país.
Los acontecimientos que se dieron desde el 2015 nos permitieron conocer los rostros, nombres y fortunas de las mafias políticas y empresariales que se valen de este sistema para enriquecerse y mantener sus privilegios porque la constitución, las instituciones y leyes que nos rigen, nacieron de las dictaduras militares y de una negociación entre altos jefes militares, la élite económica y partidos políticos de derecha, para proteger sus intereses y hacer creer que esta democracia de mentiras que vivimos, es la única forma de ejercer la democracia.
Con el fin de sentar las bases que permitieran estar en mejores condiciones para defender los espacios logrados propusimos, en el año 2018, a varios partidos políticos que constituyeran un frente electoral único y participar unificados en las elecciones del 2019 ya que, un nuevo evento electoral con la misma ley electoral y de partidos políticos que, salvo algunos pequeños cambios, garantizaba la reelección de los mismos personajes oscuros y corruptos u otros con las mismas características. Lamentablemente no encontramos receptividad y debido a que pesaron más los intereses partidarios o personales que los intereses globales de las mayorías de nuestro país, participaron en solitario, con los resultados ya por todos conocidos.
A partir de finales de 2016, las fuerzas mafiosas que se han enquistado en las estructuras del estado y se aprovechan para tenerlas a su servicio, con el fin de mantener sus negocios y privilegios, lanzaron una ofensiva que buscaba, no solo detener los iniciales pasos que se habían dado en contra de la corrupción, sino hacer retroceder esos pasos y los espacios políticos que se abrieron con los acuerdos de paz.
Consideramos que, a pesar de la desigual correlación de fuerzas, había que presentar batalla porque lo que estaba en juego era pasar de un precario ejercicio de derechos a que estos no fueran respetados en absoluto. A pesar de que algunas voces expresaban que nunca había existido un respeto real a los derechos individuales y colectivos y que no valía la pena movilizarse ante los planes de las mafias corruptas que tiene el control del Estado, lo cierto es que, a pesar de la difícil situación, sí existían algunos espacios que fueron abiertos por las distintas formas de lucha del Pueblo de Guatemala durante 36 años de guerra. La otra consideración es que esos derechos que se deben de defender, no son un fin en si mismos, sino un medio para avanzar en la conquista de mejores condiciones de vida y justicia a las que tenemos derecho.
Ahora, que las mafias políticas y empresarias han terminado de tomar el control de la Corte de Constitucionalidad y que no tardarán en quitarse de encima al Procurador de los Derechos Humanos, vivimos un retroceso de 40 años. No existe ningún órgano del estado que proteja mínimamente los derechos individuales y colectivos y, por el contrario, fuerzas de derecha, autoritarias y regresivas, tienen el control y subordinación total del gobierno, las cortes y juzgados y el Congreso de la República. En medio de una pandemia mundial que ha golpeado sin piedad a las más desposeídos y que ha profundizado la pobreza, con un sistema de salud incapaz de garantizar el derecho a la salud para todas y todos; con leyes que se aprobarán para impedir la organización y lucha del Pueblo, con ejército, policía y empresas privadas de seguridad que se encargarán de imponer la voluntad de los poderosos, este gobierno autoritario, cada vez más va tomando el rostro de una dictadura, donde los espacios se irán cerrando hasta llegar a una situación similar a la de los años 80 del siglo pasado.
Ante este contexto, necesitamos hacer las adecuaciones en nuestra estrategia para poder enfrentar las condiciones cada vez más difíciles que nos tocará vivir. No podemos esperar tener resultados distintos si seguimos haciendo lo mismo y si cada quien actúa por su cuenta.
La posibilidad de revertir esta situación existe, pero hay que trabajar intensamente para convertirla en realidad ya que mientras este sistema no sea capaz de dar tierra, salud, educación, trabajo digno, alimentación y demás necesidades fundamentales a las mayorías de Guatemala, es posible resistir y rebelarse en contra de las injusticias, la ausencia de democracia y el irrespeto a los derechos de todas y todos.
No podemos esperar ni depender que los cambios que necesitamos vengan de Estados Unidos, un país que cortó brutalmente la democracia que se conquistó en 1944. Como otros ya han dicho, ellos no tienen amigos, sino solo intereses. Nuestro futuro no puede depender de que otros hagan lo que a nosotras y nosotros nos toca realizar, pero además, con la pérdida de poder de la potencia imperial del norte, las mafias políticas y empresariales se atreven a desafiarlos considerando que puedan abrir relaciones y negocios con otros, siempre y cuando les garanticen sus privilegios.
Una condición fundamental para enfrentar a las mafias y conquistar un futuro de justicia y dignidad para las y los guatemaltecos, es aunar todos nuestros esfuerzos. En esta dirección, un paso imprescindible es constituir una articulación entre organizaciones sociales y partidos políticos que enfrente la actual situación y las maniobras las mafias políticas y empresariales y construya una alternativa para el 2023. Pera esa articulación no puede ser de subordinación de unos a otros, ni únicamente en función de proponer caras visibles para captar votos. Debe ser una articulación entre fuerzas sociales y políticas que parta de un acuerdo básico y una plataforma fundamental compartida, para reabrir los espacios y luchar por la justicia social, la democracia y los derechos individuales y colectivos de Pueblos y personas.
Comprometernos con esa lucha común y conjunta es el mejor homenaje que podemos dar a nuestros héroes y mártires que han entregado su vida a lo largo de estos 43 años de existencia y como reconocimiento al esfuerzo y aporte de las comunidades indígenas y campesinas que, aún en las más difíciles situaciones, han seguido luchando por arrancar de raíz la injusticia y el sistema excluyente y explotador.
Cabeza Clara, Corazón Solidario y Puño Combativo de las y los Trabajadores del Campo
Comité de Unidad Campesina CUC
Iximulew, 12 Noj. Guatemala, 15 de abril de 2021.