Por: Irmalicia Velásquez Nimatuj
Ha partido uno de los más destacados abogados guatemaltecos, quien con profunda convicción política y revolucionaria defendió las causas sociales, populares e indígenas.
Sergio Manfredo Beltetón de León, nació en la ciudad capital, en el seno de una familia de clase media acomodada, estudió en el Colegio Americano y se hizo abogado en la Universidad de San Carlos de Guatemala.
A mediados de 1970, siendo joven, Beltetón fue miembro de la Federación Sindical de Empleados Bancarios de Seguros y miembro del sindicato del Banco de Guatemala. A partir de entonces se destacó por la defensa de los derechos de los trabajadores. Entre 1978 y 1979 Beltetón fue directivo de la Federación Sindical de Empleados Bancarios y de Seguros de Guatemala (FESEBS). En los últimos años de la década de 1970 e inicios de la de 1980 como parte de un movimiento de reformas al Código de Trabajo y buscando consolidar el movimiento sindical y popular se conformó el Comité Nacional de Unidad Sindical (CNUS) en donde Beltetón participó activamente. Y pasó a formar parte del equipo que daba asesoría laboral a la Central Nacional de Trabajadores (CNT), donde empezó a nutrirse de la experiencia de abogados laboristas como Enrique Torres, Yolanda de Aguilar, Frank La Rue, Rosa María Wantland entre otros. Desde ese espacio apoyó las luchas de los sindicatos de Coca Cola, del Ingenio Pantaleón y otras.
En el Tomo VIII, página 356, del informe de la Comisión del Esclarecimiento Histórico (CEH. 1999) se lee que “el 2 de febrero de 1984, en la ciudad de Guatemala, miembros del Ejército capturaron a Sergio Manfredo Beltetón de León, quien era abogado y pertenecía al sindicato CNT. Los soldados trasladaron a la víctima a un cuartel, donde lo retuvieron y torturaron durante tres semanas. Posteriormente, fue liberado”. Su detención también aparece registrada en el Diario Militar bajo el caso número 62 en donde se indica que fue secuestrado el 02-02-84 y liberado el 17-02-84. Luego de su secuestro se repliega, pero retorna para integrase al movimiento indígena y campesino a partir de la década de 1990.
En 1995 fue integrante activo del Frente Democrático Nueva Guatemala (FDNG) apoyando la candidatura del economista Jorge González del Valle para la presidencia y la de Juan León Alvarado a la vicepresidencia. A partir de allí empezó su destacada participación en la defensa de las demandas del movimiento campesino e indígena.
En los últimos 25 años de su vida se dedicó a orientar y asesorar luchas paradigmáticas, desde el Comité de Unidad Campesina (CUC), en defensa de los derechos de la Madre Tierra. Así como las brutalidades que enfrentaban familias mayas, por ejemplo, el desalojo violento sufrido por las comunidades del Polochic desde el 2011; también defendió a los líderes y lideresas de Barillas, Huehuetenango, quienes fueron criminalizados por defender sus tierras; asesoró a las comunidades mayas en su derecho a poseer radios comunitarias; trabajó en el litigio estratégico que posibilitó que el pueblo q’eqchi’ recuperara sus tierras en la Sierra de Santa Cruz. Además, fue defensor de Rudy Amílcar López Pablo, quien públicamente fue señalado por el alcalde de Guatemala y detenido ilegalmente el 12 de octubre de 2021, como único acusado de dañar la estatua de José María Reina Barrios en el marco de una manifestación.
Además, Beltetón participó activamente en Ginebra, Suiza, junto a miembros de organizaciones campesinas de diferentes regiones del mundo, para que Naciones Unidas aprobara La Declaración de los Derechos de los Campesinos y de Otras Personas que Trabajan en las Zonas Rurales, lo cual se logró en el Septuagésimo tercer período de sesiones de Asamblea de la ONU, el 30 de octubre de 2018.
También fue abogado de la Defensoría Maya; de la Asociación Guatemalteca de alcaldes y Autoridades Indígenas (AGAAI); asesor jurídico de la Comisión Presidencial contra la Discriminación y el Racismo contra los Pueblos Indígenas (CODISRA); miembro del Consejo Asesor de la Asociación de Abogados Mayas, entre otras instituciones.
Fue asesor de activistas de derechos humanos y enfocó el ejercicio de su profesión en la defensa de los derechos individuales y colectivos de los trabajadores, comunidades campesinas indígenas, ladinas y mestizas que luchan por la recuperación de sus territorios y en defensa de la vida. Demandó el debido proceso para los miles de activistas, mujeres y hombres quienes han sido criminalizados en las últimas décadas en Guatemala. Se entregó a la defensa jurídica de las personas vulnerables y humildes del país, aquellos a quienes nadie defendía porque no tenían ni para comer, menos con que pagar un abogado. Con la experiencia acumulada, bien pudo ser copado por la ambición del poder, sin embargo, se mantuvo fiel a sus principios. Por su firme posición ideológica y disposición permanente a ir a cualquier lugar a defender a personas indígenas y campesinos era considerado un hermano de lucha desde las bases.
La partida de Beltetón es la pérdida de un profesional del derecho que deja un ejemplo de cómo usar las instancias judiciales a pesar de los altos índices de impunidad. En los tribunales denunció delitos, violaciones, abusos de poder, negligencia, pero también educó a los impartidores de justicia desde esa institución. Los dramas nacionales los enfrentó desde la débil democracia y demandando el debido proceso.
Los miles de procesos que acompañó con su capacidad y su experiencia son el mayor legado que deja a las facultades de derecho, a los jóvenes abogados y a las organizaciones en donde tejió alianzas para crear bloques de defensa jurídica. Sostuvo que “todos tenemos derecho a la igualdad y la dignidad,” y nadie posee la “libertad de menospreciar ni discriminar a nadie, menos públicamente”, y el reto era tratar de “convivir en condiciones fraternales”. Su trabajo de defensa fue siempre en contra de la elite, por eso, fue un crítico del concepto de “justicia selectiva”, por ser, “un término utilizado por los operadores de la oligarquía” y “un invento de quienes no quieren que se persigan delitos de corrupción, o de discriminación”.
¡Descanse en paz! ¡Gracias por su vida y por su ejemplo!